El recién asumido ministro de Hacienda, Nicolás Grau, se enfrenta a su primer gran desafío político y económico: la tramitación del Presupuesto 2026. Con la fecha límite del 30 de septiembre para su presentación, economistas y parlamentarios de oposición se han unido en un llamado por la prudencia fiscal, exigiendo un proyecto con un crecimiento acotado o incluso nulo.
La presión sobre el Gobierno se basa en las metas fiscales fijadas, que buscan mantener un balance estructural de -1,1% del PIB y una deuda bruta de 43,9% del PIB. Ante este escenario, voces expertas han marcado un claro límite. El expresidente del Banco Central, Vittorio Corbo, proyectó un crecimiento del gasto de entre 1% y 2%, mientras que el exdirector de Presupuesto, Matías Acevedo, fue más drástico, sugiriendo que el presupuesto debería «caer entre 1 y 2%» para cumplir con los objetivos.
Desde el Congreso, la oposición ha recogido este mismo sentir. El diputado Frank Sauerbaum (RN) y jefe de su bancada, llamó al ministro Grau a «ser responsable» y no superar un crecimiento del 2%, argumentando la falta de ingresos y el bajo crecimiento económico del país. Por su parte, el diputado Jorge Guzmán (Evópoli) manifestó su preocupación por el nivel de endeudamiento del Estado, pidiendo un presupuesto «serio y responsable».
Ante las crecientes demandas, el ministro Grau ha señalado que el proyecto fiscal ya está «muy avanzado» y que respetará las metas trazadas. El año pasado, el Gobierno presentó inicialmente un aumento de gasto del 2,7%, el cual fue finalmente ajustado a un 2% durante su tramitación parlamentaria.
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